Por Julia Rigueiro
Mala Junta- Patria Grande
Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron tres corajudas hermanas dominicanas que lucharon sin miedo contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó la República Dominicana entre 1930 y 1961. “El Jefe” no podía tolerar el activismo de “Las Mariposas”, y tomó una decisión que le costó el derrumbe de su longevo régimen: mandó a matar tres hermanas el día 25 de noviembre de 1960.
Desde 1999, año en que ese Estado latinoamericano propuso en la Asamblea General de la ONU la declaración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, es que conmemoramos su vida y su lucha, y salimos también sin miedo todos los 25 de noviembre a pelear por lo que es nuestro: el derecho a vivir una vida digna libre de toda violencia.
Promediando la segunda década del siglo XXI, en la punta sur de nuestramérica, se acerca nuevamente la fecha y las Mirabal nos llaman tanto a la calle como a la reflexión: ¿Dónde estamos paradas las mujeres bonaerenses y argentinas hoy? ¿Sobre la base de qué conquistas, de qué debilidades y de qué desafíos? ¿Qué cosechamos gracias a la organización, qué padecemos a pesar de ella y qué pasa cuando no nos organizamos?.
Marcela Lagarde, activista e investigadora mexicana, nos enseñó que una de las claves para entender la historia del feminismo es haber ido avanzando en muchas conquistas porque supimos aprovechar fisuras políticas y procesos democratizadores; a esas coyunturas podríamos agregarle la nuestra actual, que es una de grandes retrocesos en materia de políticas públicas y también de derrotas culturales a manos de una ofensiva de los sectores más conservadores de la sociedad. A pesar de estar viviendo una situación muy desfavorable para las mujeres de nuestro pueblo, podemos asegurar que cada vez que llenamos las calles este año (3 de junio, 12 de agosto, 9 de octubre y 19 de octubre) transformamos algo en las consciencias propias y ajenas, de tal manera que aunque hubiera quienes no estuvieran convencidas o convencidos de lo que decíamos, sí se convencieron de que no era correcto mantener posiciones contrarias a las nuestras. El feminismo es una poderosa herramienta transformadora, porque es justa.
Se hace necesario que redefinamos el contrato ciudadano en el que vivimos, porque actualmente promueve una democracia mucho más delegativa que participativa y eso no nos empodera sino que nos deja a merced de aquello que a tal o cual funcionario le parezca una moda plausible de ser atendida. Hemos demostrado capacidad para tomar las calles cuando la violencia hacia nosotras se eleva hasta niveles insoportables; hemos demostrado perseverancia y vocación de unidad al protagonizar este año el 31 Encuentro Nacional de Mujeres; hemos demostrado originalidad y rapidez de reacción realizando el paro más masivo al gobierno de los empresarios. Ahora tenemos que organizarnos todavía más y mejor, porque la búsqueda de igualdad siempre genera oposiciones, y las tenemos. Seamos capaces de honrar a todas aquellas que ya no podrán compartir codo a codo la calle con nosotras, avanzando cada vez un poco más y expropiándole así al patriarcado esos derechos que no quiere ni querrá darnos.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.