Este viernes 26 de mayo, monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, ordenará como diácono al seminarista Gustavo Garzón, de 34 años. La misa será a las 19 en la Iglesia Catedral, y se espera participe todo el clero diocesano, religioso y gran cantidad de fieles de todas las comunidades.
La ordenación diaconal es el paso previo al sacerdocio. “Este diaconado es, ante todo, un don gratuito de Dios. Un regalo inmerecido. Como dice San Pablo, ‘llevamos un tesoro en vasijas de barro’. Intento vivirlo así. Es la oportunidad de seguir sirviendo a Dios y a los hermanos”, manifestó Gustavo pronto a ser ordenado diácono.
Gustavo Garzón, ingresó al seminario a los 27 años, habiendo descubierto el llamado de Dios gradualmente, “el Señor me fue regalando muchos signos. Fue muy importante el acompañamiento del padre Gabriel Mestre. Pero también hubo momentos específicos muy fuertes: un encuentro eucarístico en Córdoba, en el 2000; un encuentro de pastoral juvenil en Gualeguaychú, las invasiones de Pueblos, Marchas de la Esperanza. Luego, por supuesto, el apostolado en la parroquia: primero en la Iglesia Catedral y luego en Asunción de la Virgen”.
Siempre con una sonrisa en el rostro, el futuro nuevo diácono de la Iglesia marplatense, respondió a la pregunta, ¿cuál el desafío que enfrentan los consagrados en el mundo actual? A la cual respondió sencillamente, “quizás el desafío es seguir mostrando la verdad y belleza de la fe. Seguir anunciando la alegría que nos da saber que Jesús resucitó, que me busca, que tiene una palabra para el mundo de hoy. Ante el pesimismo que podemos ver, ante la tristeza, Dios tiene un mensaje de amor, de esperanza, de alegría. ¡Dios nos amó primero! Y eso tiene que darnos mucha fuerza para caminar en la vida”.
Por último consultado sobre la figura del papa Francisco en su camino de formación como pastor , Garzón relató, “una vez, en el seminario, me dijeron que había que cultivar en el corazón el amor a los tres amores blancos: la eucaristía, la Virgen, y el Papa. El Papa Francisco ha marcado mucho el camino de mi seminario. Más de la mitad de mi tiempo de formación ha sido con él como sucesor de Pedro. Y, con su estilo cercano, simple, nos ha dicho lo mismo que sus predecesores: no tengan miedo, muestren la fe, muestren a Jesús. Es alentador ver su testimonio tan alegre, aún con la gran carga que lleva: ver que su mensaje de llegar a las periferias, no sólo geográficas sino también existenciales, no es un mensaje conceptual solamente, sino que lo vive realmente. Ese desafío es a lo que estamos llamados todos ¡Y vale la pena intentarlo!”.
El próximo viernes, por la “imposición de manos" del obispo, con la oración consecratoria, Gustavo dejará de ser seminarista y pasará a formar parte de los consagrados de la Iglesia de Mar del Plata, y así quedará a un solo paso de ser sacerdote de la Iglesia Católica para siempre.
El próximo viernes 26 de mayo, monseñor Antonio Marino, obispo de Mar del Plata, ordenará como diácono al seminarista Gustavo Garzón, marplatense de 34 años. La misa será a las 19 en la Iglesia Catedral, y se espera participe todo el clero diocesano, religioso y gran cantidad de fieles de todas las comunidades.
La ordenación diaconal es el paso previo al sacerdocio. “Este diaconado es, ante todo, un don gratuito de Dios. Un regalo inmerecido. Como dice San Pablo, ‘llevamos un tesoro en vasijas de barro’. Intento vivirlo así. Es la oportunidad de seguir sirviendo a Dios y a los hermanos”, manifestó Gustavo pronto a ser ordenado diácono.
Gustavo Garzón, ingresó al seminario a los 27 años, habiendo descubierto el llamado de Dios gradualmente, “el Señor me fue regalando muchos signos. Fue muy importante el acompañamiento del padre Gabriel Mestre. Pero también hubo momentos específicos muy fuertes: un encuentro eucarístico en Córdoba, en el 2000; un encuentro de pastoral juvenil en Gualeguaychú, las invasiones de Pueblos, Marchas de la Esperanza. Luego, por supuesto, el apostolado en la parroquia: primero en la Iglesia Catedral y luego en Asunción de la Virgen”.
Siempre con una sonrisa en el rostro, el futuro nuevo diácono de la Iglesia marplatense, respondió a la pregunta, ¿cuál el desafío que enfrentan los consagrados en el mundo actual? A la cual respondió sencillamente, “quizás el desafío es seguir mostrando la verdad y belleza de la fe. Seguir anunciando la alegría que nos da saber que Jesús resucitó, que me busca, que tiene una palabra para el mundo de hoy. Ante el pesimismo que podemos ver, ante la tristeza, Dios tiene un mensaje de amor, de esperanza, de alegría. ¡Dios nos amó primero! Y eso tiene que darnos mucha fuerza para caminar en la vida”.
Por último consultado sobre la figura del papa Francisco en su camino de formación como pastor , Garzón relató, “una vez, en el seminario, me dijeron que había que cultivar en el corazón el amor a los tres amores blancos: la eucaristía, la Virgen, y el Papa. El Papa Francisco ha marcado mucho el camino de mi seminario. Más de la mitad de mi tiempo de formación ha sido con él como sucesor de Pedro. Y, con su estilo cercano, simple, nos ha dicho lo mismo que sus predecesores: no tengan miedo, muestren la fe, muestren a Jesús. Es alentador ver su testimonio tan alegre, aún con la gran carga que lleva: ver que su mensaje de llegar a las periferias, no sólo geográficas sino también existenciales, no es un mensaje conceptual solamente, sino que lo vive realmente. Ese desafío es a lo que estamos llamados todos ¡Y vale la pena intentarlo!”.
El próximo viernes, por la “imposición de manos" del obispo, con la oración consecratoria, Gustavo dejará de ser seminarista y pasará a formar parte de los consagrados de la Iglesia de Mar del Plata, y así quedará a un solo paso de ser sacerdote de la Iglesia Católica para siempre.