Escrutadas 1.618 mesas sobre un total de 1.651, lo cual representa en términos porcentuales un 80 %, la sumatoria de votos afirmativos, en blanco, nulos y recurridos o impugnados arroja la cifra de 356.868 electores, número que deberá ajustarse con el escrutinio definitivo, pero que no va a cambiar significativamente.
Sobre un padrón habilitado de 581.252 electores, poco más de 350 mil concurrieron a las urnas en tanto que el ausentismo vuelve a ser superior a 200 mil marplatenses y batanenses, que más de 13.523 sufragantes que se pronunciaron por el voto en blanco, desechando las seis opciones planteadas, abren múltiples interrogantes e interpretaciones sobre causas y efectos entorno a la sumatoria de más de 230 mil.
Más de 230 mil electores habilitados en General Pueyrredon, que se abstuvieron o votaron en blanco, constituyen una fuerza no representada casi equiparable al caudal electoral de 265.617 sufragios que, en su conjunto, cosecharon los dos frentes nacionales, que se distribuyeron los 12 escaños en disputa del Concejo Deliberante.
Aunque los votos en blanco no se materializan en escaños vacíos como modo de mostrar la protesta ciudadana, no dejan de ser un síntoma inquietante, quizás de disconformidad o desaliento, que sumados a un alto nivel de ausentismo constituyen un enigma intrigante, que posiblemente llegue a profundizarse tanto como la grieta ofuscante, que polariza el escenario político y le imprime un movimiento de vaivén pendular.
Lejos de plebiscitar una gestión municipal, la masa de abstencionistas y votantes en blanco parecería cuestionar cualquier interpretación de las legislativas locales en ese sentido.